El Camino de la Medicina China: Más Allá
del Marco Teórico
Para quienes estudiamos en China,
enseñar Medicina China fuera de un marco teórico cerrado ha sido un desafío constante.
En aquellos tiempos, éramos buscadores. Nos movía la sed de aprender y
descubrir, pero el camino no era fácil. La barrera del idioma nos imponía una
primera gran prueba, pero lo realmente inaccesible no era la lengua, sino el
conocimiento claro, aquel que los maestros no entregaban sin más.
Los maestros no solo nos hacían
participar de su forma de abordar la clínica o de entender la vida; nos exigían
esfuerzo, cuestionamiento y discernimiento. No bastaba con memorizar teorías ni
con repetir fórmulas al pie de la letra.
La Medicina no se nos daba como un
secreto revelado en susurros, sino que debía nacer de nuestro propio proceso de
búsqueda, en muchas ocasiones frustrada. Como bien vemos en la película Kung Fu
Panda, el secreto del dragón es que no hay secreto: todo está ahí delante de
los ojos, parte en nosotros, y nosotros mismos trazamos el camino.
El maestro solo se aseguraba de que
tuviéramos la tenacidad necesaria para atravesar los obstáculos. La nobleza del
alma no era lo más importante; lo fundamental era la perseverancia, la
capacidad de sacrificio, la voluntad de seguir adelante sin importar cuán arduo
se tornara el aprendizaje. El pueblo chino comprende el sacrificio, y la
tradición no es algo que uno "se cuelga de la cintura", como decían
los antiguos, sino algo que se forja en el carácter.
Hoy en día, un maestro de Medicina
China, no busca moverte, no te sacude. Ni está allí para acompañarte, sino que
tu compañero es el vídeo que te dejó grabado. La función del maestro de la
Vieja Escuela es que la tierra tiemble bajo tus pies, que el abismo se abra
frente a ti, y que aprendas a no caer por ti mismo. Ese maestro que a menudo
nos despierta antipatía, al que le cogemos manía porque nos confronta con
pruebas difíciles, es también quien nos deja el aprendizaje más valioso. Nos
enfocamos demasiado en el personaje o en el obstáculo que nos puso, y olvidamos
la enseñanza real que era para nosotros.
Así aprendí yo: de manera dura y
directa. Y lo siento si muchos no me entendieron, incluso aquellos que
criticaron mis métodos sin realmente conocerme. Fui el fruto de la forma en que
me enseñaron, y por inexperiencia adopté un rol que quizá no era el más
adecuado. Asumí una responsabilidad que, con el tiempo, entendí que me pesó
demasiado.
Hace quince años, mi intención era dar
un poco de orden al caos mental con el que llegaban ciertos alumnos. Tal vez en
el proceso no supe equilibrar rigor y comprensión. Pero todos tenemos nuestras
virtudes y nuestras miserias.
Ahora sé que lo que he enseñado en todos
estos años es tradición, y lo que hice, lo hice siempre desde el corazón. Nunca
cerré la puerta del todo; solo la dejé entreabierta.
Cordialmente,
Dr. Manu Moreno
Nota: Suscribo sus palabras y navego en el mismo mar....
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