viernes, 21 de marzo de 2025

 

El Camino de la Medicina China: Más Allá del Marco Teórico

Para quienes estudiamos en China, enseñar Medicina China fuera de un marco teórico cerrado ha sido un desafío constante. En aquellos tiempos, éramos buscadores. Nos movía la sed de aprender y descubrir, pero el camino no era fácil. La barrera del idioma nos imponía una primera gran prueba, pero lo realmente inaccesible no era la lengua, sino el conocimiento claro, aquel que los maestros no entregaban sin más.

Los maestros no solo nos hacían participar de su forma de abordar la clínica o de entender la vida; nos exigían esfuerzo, cuestionamiento y discernimiento. No bastaba con memorizar teorías ni con repetir fórmulas al pie de la letra.

La Medicina no se nos daba como un secreto revelado en susurros, sino que debía nacer de nuestro propio proceso de búsqueda, en muchas ocasiones frustrada. Como bien vemos en la película Kung Fu Panda, el secreto del dragón es que no hay secreto: todo está ahí delante de los ojos, parte en nosotros, y nosotros mismos trazamos el camino.

El maestro solo se aseguraba de que tuviéramos la tenacidad necesaria para atravesar los obstáculos. La nobleza del alma no era lo más importante; lo fundamental era la perseverancia, la capacidad de sacrificio, la voluntad de seguir adelante sin importar cuán arduo se tornara el aprendizaje. El pueblo chino comprende el sacrificio, y la tradición no es algo que uno "se cuelga de la cintura", como decían los antiguos, sino algo que se forja en el carácter.

Hoy en día, un maestro de Medicina China, no busca moverte, no te sacude. Ni está allí para acompañarte, sino que tu compañero es el vídeo que te dejó grabado. La función del maestro de la Vieja Escuela es que la tierra tiemble bajo tus pies, que el abismo se abra frente a ti, y que aprendas a no caer por ti mismo. Ese maestro que a menudo nos despierta antipatía, al que le cogemos manía porque nos confronta con pruebas difíciles, es también quien nos deja el aprendizaje más valioso. Nos enfocamos demasiado en el personaje o en el obstáculo que nos puso, y olvidamos la enseñanza real que era para nosotros.

Así aprendí yo: de manera dura y directa. Y lo siento si muchos no me entendieron, incluso aquellos que criticaron mis métodos sin realmente conocerme. Fui el fruto de la forma en que me enseñaron, y por inexperiencia adopté un rol que quizá no era el más adecuado. Asumí una responsabilidad que, con el tiempo, entendí que me pesó demasiado.

Hace quince años, mi intención era dar un poco de orden al caos mental con el que llegaban ciertos alumnos. Tal vez en el proceso no supe equilibrar rigor y comprensión. Pero todos tenemos nuestras virtudes y nuestras miserias.

Ahora sé que lo que he enseñado en todos estos años es tradición, y lo que hice, lo hice siempre desde el corazón. Nunca cerré la puerta del todo; solo la dejé entreabierta.

Cordialmente,

Dr. Manu Moreno


Nota: Suscribo sus palabras y navego en el mismo mar....