sábado, 16 de noviembre de 2019

Es posible sanar tu relación de pareja?



Para conocernos a nosotros mismos y resolver nuestros conflictos es importante considerar que lo que aprendemos en nuestra niñez se queda se lleva para toda la vida. Sin embargo, es posible cambiar y evolucionar, y para ello, es fundamental identificar las heridas que nos causaron en la infancia y en nuestras relaciones afectivas pasadas.

Por ejemplo, las carencias afectivas. Si no tuvimos suficiente apego, arrullo maternal y reconocimiento a nuestra individualidad, buscaremos relaciones dependientes, donde nunca será suficiente el amor ni la atención que nos brinda la pareja.

El problema se agravará al buscar personas poco comprometidas y con propensión a abandonarnos. Al mismo tiempo, aparecerán complejos de inferioridad, que nos lastimarán al hacernos sentir que no somos dignos de ser amados, y nadie se ajustará al molde que hemos idealizado.

Cuando tuvimos padres muy sobreprotectores o autoritarios y severos, será difícil tener claro qué es lo que en realidad queremos y siempre existirá el miedo a ser abandonados si opinamos o queremos algo distinto, y paradójicamente, en algún momento estallaremos y tendremos reclamos y demandas desproporcionadas.

Cuando se creció en una familia donde se tuvo fácilmente todo lo que quiso, las exigencias irracionales serán permanentes, pues se piensa que la pareja tiene que hacer lo mismo, sin darse cuenta que nadie está obligado a dar lo que no quiere y que el amor es una construcción de dos.

Si de pequeño se toleraron muchos berrinches y se consiguió así siempre lo que se deseaba, se conservará un pésimo hábito y tenderá a ser rabioso y conflictivo, con un gran dolor detrás de las peleas.

Otros problemas que se traen de la infancia y que pueden ser trabajados individualmente son el excesivo perfeccionismo, la desconfianza, el aislamiento social, el mal carácter y la negligencia.

En nuestras relaciones de pareja tendemos a buscar repetir la forma de relación que construimos con nuestros padres. Las personas marcadas por el amor materno buscarán relaciones intensas y tormentosas, híper demandantes, donde se espera todo del otro. Por el contrario, las relaciones marcadas por lo paterno, tendrán un sesgo de indiferencia.

Todas las personas tenemos aspectos emocionales no resueltos, que provienen de la infancia y que a lo largo de nuestra vida habremos de resolver para tener una buena convivencia y ser felices en el amor.

Cuando logramos adecuar nuestros complejos, formas de gozar, deseos y particularidades con los de nuestra pareja, podremos concretar una relación que funcione adecuadamente, nos permita estar bien emocionalmente, solucionar los conflictos y disfrutar la vida.

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